miércoles, febrero 28, 2007

Santiago

Camino y esquivo a cientos de personas que decidieron pasear a la misma hora que yo. Mucho helado, grito, música, pero sobre todo olor a meado. El mini caballo de la plaza de armas, los predicadores egolatras, los remolinos. Paso por la catedral y me detengo a mirarla. Desde arriba bajo lentamente y para mi desgracia había una señora con una cabro chico "meando"-la.
Sigo rumbo a mi destino pasajero, veo helados, muchos helados, mujeres con sobrepeso, niños obesos, caras tristes y cansadas.
Dos escolares se comen entre ellos me alejo un poco para que no me salte la saliva de sus calugazos. Sol de mierda, vendedores de mierda. Camino y un cabro chico se cae, la madre enojada lo levanta de un brazo y le grita que se apure. El pobre ni llora mientras le corre la sangre por su pequeña rodilla. ¡Vieja de mierda!
Ya tengo lo que buscaba. Me voy de vuelta... espero la micro, para en el semáforo, me subo rápido y retorno a mi casa con dolor de cabeza y con olor a "meado" pegado.

3 comentarios:

valeria dijo...

Qué buen texto Berni!!
Me encantó!!
Besitos

Gonzalo Villar Bordones dijo...

y sin embargo, la ciudad es hermosa.

Anónimo dijo...

Parecido a las cartas de David Berkowitz, (The son of Sam)...

¿Te estaras transformando en una asesina en serie?

Salut