martes, septiembre 14, 2010

La tía de los superochos

Para mi la familia ha sido siempre las personas que me rodean y me quieren. Por razones de viajes aprendí que para sobrevivir emocionalmente hay que establecer lazos y que en todas partes existe alguien que me saca una sonrisa o me da un abrazo.
Cuando era chica había una tía en particular, con un peinado de los 70, muy cuidadosa en su hablar y cariñosa. Ella siempre que llegaba traía una caja de superochos, chocolate que hasta el día de hoy me recuerdan a ella.
La tía Carmen es, era, la hermana mayor de mi padre, por muchos años ellos estuvieron distantes y bueno cuando la pubertad llegó a mi vida deje de mirarla y ponerle atención.
Luego de algunos años se retomaron las relaciones, ella siempre muy correcta y atenta conmigo y con la gente que quiero.
Hace algun tiempo sufrió un accidente y su cuerpo empezó a fallar. La internaron en un asilo para abuelitos y ahí quedo. Muchas veces quise ir a verla pero algo me retenía. No hay excusas que valgan, pero algo me impidió verla, quizás el miedo a recordarla como una anciana cacléctica o simplemente por no darme el tiempo.
Hoy esa mujer murió, luego de haber sufrido hartos días. Su cuerpo no resistió más y se fue.
No la he llorado, no hay tiempo para eso, hay muchas cosas de las que preocuparse, pero con este simple texto le digo adiós, que me habría gustado conocerla más, que perdón por el abandono y que tenga claro que tiene una sobrina que la recordara con cariño.